lunes, 6 de octubre de 2014

Lengua panza lengua panza lengua panza lengua

 Que una me salga, sólo una. ¿Es pedir mucho? Que la sonrisa no me la saque nadie, saber que no solo es sincera sino cierta la sensación de victoria, la posibilidad de no derrota, la profunda algarabía del Flawless Victory como decía unos de mis videojuegos preferidos de la tierna infancia. Que todos los personajes de mi cabeza aplaudan y me palmeen la espalda, que nadie pueda dudar, que nadie pueda negar, que nadie pueda contradecir que el dulce sabor del éxito cae gota a gota para volver a llenar de humedad mi lengua fatigada de tanto jadear desdicha y anhelo de victoria completa. Porque lamió botas de éxito ajenas, porque se llenó de tierra ante cada caída, porque hasta sintió el gusto a mierda de los insultos y bajezas que otros perpetraron y que la dejaron con cicatrices. Grandes, bastante grandes. También con llagas, con hendiduras y con cortes, pero tan seca está (ésta) que ya ni puede sangrar… Pero esas gotas dulces  curarían todas esas heridas, toda esa sequedad. La volverían rozagante, volvería sentir sabores, hasta casi que podría oler como si fuera nariz, tal vez podría ver como mis ojos ven.

 Extraño los sabores, porque los sinsabores la insensibilizaron, tan áspera que la comida pasa sin ser degustada, el vino no llega al paladar y las bebidas más espirituosas no queman. ¿Dónde quedó mi saliva para ayudarme mientras me esquive la dulce gota? ¿Dónde puedo encontrar un manantial que me deje volver a sentir, volver a hablar? Porque con la lengua así solo puedo balbucear, mis palabras no coordinan con mis sentimientos y esto se lo culpo a la sequedad.

 Si, mis palabras no son las que eran, no son las que son. Mi lengua me miente porque se siente seca y me castiga haciéndome decir cosas que no digo. Extraño cuando era mi compañera y no me guardaba rencor. Cuando ella respondía a mi mente y permitía que lo que dijera fuera lo cierto en mi pensamiento, fluyendo como fluía toda la saliva que la humedecía.

¿Y vos?  ¿Vos que tenes la lengua húmeda podes decir lo que pensás? ¿Cómo se siente esa gota dulce que yo anhelo? ¿Cómo se siente saber que si salió bien? ¿Cómo se siente el triunfo? ¿De verdad existe?

 Ahora mi lengua me dice que sí, que cuando ella este húmeda de vuelta, cuando salga de costado porque me concentré o cuando encuentre un algo para saborear voy a volver a creer en el éxito aunque me siga esquivando.




( Lo peor, los éxitos a medias.)





Entonces, cuando vuelvo a sentir el alivio del líquido que ayuda a mi afligida mucosa…  se desvanece! como si un viento del Sahara entrara a pesar que mi boca esté cerrada. Y esto es tan cotidiano que ya me tiene los huevos al plato. Si, si, llegué, GANÉ, no, no, no gané, PERDÍ, estaba ahí, lo tenía, se fue, SE FUE, no puede ser, si recién estaba ganando, por qué, por qué te vas, si me elegiste, ESTABA GANANDO, no te vayas, no te quiero dejar ir, no podes irte, no te tenés que ir, sigo siendo el mismo que recién, por qué cambias de opinión, por qué dudás que me tenés que elegir, de una vez por todas quedate acá y no te vayas!







QUIERO CREER QUE NO EXISTE ESA GOTA, QUE TENGO QUE JUNTAR SALIVA Y HUMEDECERLA YO MISMO, QUE EL ESFUERZO EN GENERARLA ES MI ÚNICA POSIBILIDAD DE ÉXITO, QUE  MI SALIVA ES LO SUFICIENTEMENTE DULCE PARA NO TENER QUE CREER QUE EXISTE OTRO FLUÍDO MÁS DULCE, MÁS EMBRIAGADOR, MÁS LÍQUIDO. EL ÉXITO ESTA EN MI PROPIA SALIVA.

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