lunes, 6 de octubre de 2014

Estoy perdido

 Estoy perdido, voy por la vida en contramano. Pero, a diferencia de Andrés Calamaro, no hago esta declaración desde el triunfo, si no desde la derrota. Cientos de miles de ejemplos de vida me demuestran que yo fracasé, que mis intentos siempre fueron fallidos, que mis decisiones fueron todas erróneas. Ninguna meta fue conseguida, no hay logro en mi desdicha. 

Y esto del destino es una falacia de mi angustiada mente, puesto que si el destino quiso acercárseme, y ser mi fiel compañero, yo no habría podido echarlo. ¿Quién en su sano juicio esquivaría el buen augurio del destino? ¿Quién es el insolente que ante todas las beneficiosas oportunidades que la tan mentada suerte pone a sus pies es capaz de darle la espalda?  Yo no creo que pueda existir semejante ciego para no poder aunque sea olfatear todos estos llamados a cumplir lo que debe ser.

 Y aquí es cuando esta idea del destino empieza a hacer estragos en mis siguientes pensamientos, aquí es cuando los si hubiera empiezan a perder el sentido. Se me ocurre un ejemplo maravilloso para debatir (el lector sabrá que el debate será interno, pues el medio que nos atañe no permite una discusión que podría ser más que suculenta, sean libres de comentar). Resulta que un sábado con unos leves rayos de sol, quien les escribe y su entonces novia fueron a pasear por el Parque Rivadavia. Luego de recorrerlo se sentaron en las mesas que hay cerca de la feria a jugar al ajedrez. En medio de la partida un señor mayor se sienta a mirar la partida. Al terminar la partida le pregunto al señor si quiere jugar un partido, el señor acepta gustoso. Era la primera vez que iba a jugar contra un desconocido y sabiendo que el diablo sabe más por viejo que por diablo temí que la partida se resolviera en 4 movimientos.

Los dos salimos al ataque, el medio del tablero era una pared casi infranqueable de peones, alfiles y caballos. Me empieza a acorralar ya que su movimiento de peones estaba muy bien sincronizado y yo flaqueé al concentrarme mucho en los caballos y la reina, con lo cual su muro no solo se hacía cada vez más grueso si no que ponía en peligro varias fichas de valor de mi color. Dos movimientos más y,  turno de mover del señor. Este mira el tablero y me sorprende: ¿Hacemos tablas pibe?.          - Anonadado inquiero ¿Por qué me ofreces las tablas?. El señor ríe y me dice: Mira pibe, vos recién tuviste oportunidad de comerme la reina sin perder ninguna ficha. Ahora yo te gano fácil, así que me parece que lo mejor es que hagamos tablas.

 Le pido que me muestre como era la jugada y me la enseña. Tenía razón, tuve una chance de comer la reina, desarticular su ataque y tenerlo a mi merced. De lo que no estoy de acuerdo es en que después me ganaba fácil, no niego que el señor me podría haber ganado pero no tengo posibilidad de saber si yo hubiera tenido otra chance y la hubiera aprovechado, o el señor hubiera dejado pasar una oportunidad tan buena como la que tuve yo.

 De lo único con lo que puedo especular es por qué el señor, estando seguro que en un par de movimientos me ganaba, no siguió la partida hasta ganarme. Una  posibilidad (de muchas) que se me ocurrió es que se aburrió de jugar conmigo al ver la partida tan sencilla de resolver. O tal vez, al saber que la partida en realidad era/fue mía, prefirió el honor de marcar un empate respetándome como rival.

 Igual parecería obvio el desenlace que hubiera tenido la partida sabiendo que el señor tiene más años jugando al ajedrez que yo. Plus, comentó haber leído libros sobre el juego y viniendo de una generación más adepta a estos pasatiempos creo en su mejor pericia en la lectura de una partida.

Ahora, las dudas.


Al no ver la jugada, ¿Se me debe clasificar como un mal jugador, que desaprovechó una oportunidad única e irrepetible?, ¿Era la única chance de tener una posibilidad tan clara, en una partida tan cerrada como la que se venía planteando, de ganarla? ¿Realmente esa jugada definía absolutamente el partido? En igualdad de oportunidades, o sea teniendo la experiencia y el conocimiento sobre el juego que posee este señor, ¿Hubiera sido imposible que yo desaprovechara una chance tan clara de ponerme en ventaja en la partida?


Volví, espero que con inspiración

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